Volver a los origenes

                     
      



     En el momento de plantearme escribir sobre literatura de género , bien sea de fantasía o ciencia ficción, surgió una duda esencial, ¿por dónde empezar?. Evidentemente, si buscamos autores y obras representativas, tenemos a Tolkien, dios y creador de la tierra media, con todo lo que conlleva, C.S. Lewis con su saga de Narnia, Terry Pratchett con su singular estilo ( te echaremos de menos, maestro ), a Neil Gaiman con obras como Stardust y American Gods, a George R.R. Martin...bueno, de este mejor no decir nada, que lo tiene que hacer es ponerse ¡¡A ESCRIBIR!!, que nos va a dejar con la historia a medias, en el caso de que quedara alguien para seguir la historia. Por el lado de ciencia ficción, podríamos nombrar a Isaac Asimov en toda su obra, a Ray Bradbury, con sus Crónicas Marcianas, a Phillip José Farmer con El Mundo del Río, La saga Dune de Frank Herbert, las historias de Phillip K. Dick, el lado más comercial con Michael Crichton, etc...

Sin embargo,a la hora de encontrar la esencia pura de cada género, hay que volver al origen, recuperar esa sensación que teníamos en nuestra infancia, juventud, cuando nos encontrábamos una obra, por ejemplo, de Julio Verne, y nos sentíamos atrapados por la historia, por la imaginería del autor, y por la forma en que nos llevaba, bien a la luna, al centro de la tierra, al fondo del mar o a través del mundo, por medio de una loca apuesta, y notábamos, una vez sabíamos la época del autor, que ahí estaba el germen y el origen de la ciencia ficción.

  Si de aventuras hablamos, como no acordarse de Emilio Salgari y sus historias de piratas, bien fueran de Malasia, con Sandokan al frente, o en el caribe, acompañando al Corsario Negro. Sin dejar la piratería, seguir el paso a paso de la búsqueda de La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, autor que también nos traía grandes novelas como: La flecha negra, El señor de Ballantrae, y uno de los primeros monstruos de nuestra infancia/juventud, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Las aventuras en el Oeste, escritas por Karl May, o en la Edad Media, narrado por Sir Walter Scott, con sus obras maestras: Ivanhoe, El talismán o Rob Roy. 

 Cuando se parte de esta base, uno está dispuesto para seguir avanzando en un mundo de fantasía, en el que, sí, ya pueden entrar Tolkien, Lewis, Pratchett, o como fue mi caso, Robert E. Howard, con sus personajes: Conan, Krull o Solomon Kane, y también Edgar Rice Burroughs con el que ya habíamos tenido contacto con su personaje Tarzán, y que nos descubrió una saga de fantasía y ciencia ficción como la de John Carter.

                                                      

     Esto, no es más que una reflexión que tuve a la hora de decidir, cual sería el primer paso para hablar, de literatura de género fantástico y de ciencia ficción. Después de varios años leyendo cientos de obras del género,  tengo claro que muchas son magistrales, pero considero, al menos en mi caso,muy recomendable volver de vez en cuando a los orígenes, y recuperar la lectura de alguno de estos clásicos, que nunca pasarán de moda.

     Un frikisaludo.

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